viernes, 4 de septiembre de 2009

PUEBLOS CIVILIZADOS

Hemos visto que nuestro lenguaje ordinario a veces podría hacernos entender mal una idea amplia de civilización, requiriendo que los pueblos antiguos muestren ciertos criterios, tal como tener una lengua escrita o vivir en ciudades (ver artículos anteriores).

De seguir el primero de estos criterios, un noble pueblo como los antiguos incas sería considerado salvaje; de seguir el último, los hebreos errantes, dadores de una religión que originara las religiones que adopta la mitad de la humanidad, no podrían ser considerados un pueblo civilizado.

¿Qué sería, entonces, este concepto amplio del hombre civilizado que lo apartaría de los meros mamíferos migratorios?

Cualquier tradición antigua parece reconocer que el hombre no es uno, sino una multiplicidad de pensamientos, sentimientos y sensaciones. La multiplicidad del hombre, opuesta a la unidad del Dios que lo crea, parece estar presente entre pueblos mucho más antiguos que los de las llamadas “épocas históricas.”

Entonces, quizás sería un buen comienzo considerar que el hombre civilizado sea el que trata de considerar su propia condición y reconoce que dista de ser perfecto. Esta misma idea lo fuerza a aceptar la necesaria existencia de niveles superiores. Y esto es tan antiguo como la humanidad.







Todos los pueblos antiguos muestran una religión, en la que un solo Dios o aspectos de él se representan en un panteón de dioses y diosas, tal como esta imagen de Inanna (arriba), la diosa sumeria del amor, la fertilidad y la guerra, lejana precursora de la Afrodita griega y muy relacionada con la Isis egipcia o la Ishtar babilónica.

Por supuesto, el reconocimiento de los seres divinos viene de la mano con considerar al hombre como una bestia que tiene que ser domada, lo que se muestra por la misma diosa controlando un león bajo su pie.

El antiguo I Ching, originado en 1000 a.C., también reconoce la misma idea al decir: “Solo cuando un hombre es completamente libre de su ser animal y decidido en lo que es correcto y esencial, adquiere la claridad que le permite ver a través de la gente.”

Así, este podría ser un comienzo para investigar más.

© 2009 Hugo Ferraguti